Uno de esos buceos sería en Isla Sanoa, una isla maravillosa digna de la mejor película de piratas y aventuras marineras. Es así que el 25 de enero nos levantamos muy temprano para tomar la movilización que nos llevaría al barco, el cual nos llevaría rumbo a la isla. Una vez en el bus vimos que éramos varios los buzos en ir a la isla aquel día. Apenas iniciamos la navegación nos distribuyeron el equipo y se formaron los grupos de buzos, nosotros como siempre iríamos con la excelente Instructora Louise, originaria de Gran Bretaña, la cual ya nos había acompañado en varios espectaculares buceos realizados con anterioridad en esa hermosa isla del Caribe.
La navegación por la costa fue como estar en el paraíso, una costa de arenas blancas, llena de palmeras y el agua de un azul intenso, todo esto acompañado de un gran sol y un cielo despejado, dejando el día como algo casi mágico.
Así arribamos a cercanías de Sanoa, un lugar cercano a la costa y con una pequeña marejadilla, ya desde la embarcación se podía apreciar el fondo marino, este se notaba cubierto de corales y vida marina.
Daniel se equipo en forma rápida y muy eficiente, a pesar de haber bastantes buzos en la embarcación, una vez estuvo listo le revise el equipo, todo estaba ok, seguimos las instrucciones de Louise y de otro buddy que nos acompañaría en el buceo, y fuimos ingresando al agua en forma ordenada, una vez entrábamos al agua nos juntábamos para estar cerca ante cualquier eventualidad. Una vez Louise nos indico nos sumergimos, Daniel a mi lado, mientras descendíamos se podía apreciar la claridad del agua, era un verdadero cristal, y se podía sentir la agradable temperatura de está. Daniel mantenía en todo momento un excelente control de su flotabilidad, y su desplazamiento era muy pegado a mi, eso si yo me preocupaba de estar permanentemente a su lado, mientras nos movíamos bajo agua, íbamos observando la gran variedad de Corales y fauna marina que la rodeaba, los corales eran de las formas más increíbles, difícil por no decir imposible describir sus formas, pero no cabe duda que así como a Daniel y a mi nos maravillo sus variados diseños y sus singulares colores, en antaño debe haber causado una impresión similar a los primeros navegantes que los observaron.
Así íbamos recorriendo el fondo, mientras yo intentaba tomar fotografías de este hermoso paisaje submarino, no fue una tarea fácil y menos aún lograr traspasar los exóticos colores a mi cámara, la cual con su flash luchaba intensamente por lograr una hermosa foto. Así mientras nos movíamos entre los corales a unos 21 metros de profundidad, Daniel se iba adentro a un maravilloso mundo, lleno de pequeñas islas de corales las cuales eran separadas por ríos de arena blanca, la cual ocasionalmente se encontraba con caracoles en su paso. Describir los peces que allí había sería una muy difícil tarea, desde describir la singularidad de colores de cada uno, o hasta la forma y tamaño de estos.
En algunos momentos mientras nos desplazábamos veo que Louise verifica la profundidad y el gas que le queda a Daniel y a nuestro otro compañero de buceo, todo esta ok, seguimos recorriendo este constante laberinto de islas coralinas submarinas, utilizando para ello los canales o ríos de arenas blancas, pues nadar sobre los corales en algunos casos es complejo, pues el simple aleteo los puede dañar, lo cual sería una lastima.
Las señas entre todos nosotros se convierte en nuestro medio de comunicación, intentamos indicar lo que nos gusta o nos llama la atención, y de poder dirigir nuestro desplazamiento hacia donde nos interesa, pero Louise en todo momento nos lleva por el camino correcto, al mostrarnos los mejores lugares que hay bajo agua. Pasa el tiempo y esa lucha constante por obtener una buena fotografía entrega más de una vez un buen resultado, siendo mi principal intención fotografiar a Daniel, para que tenga un hermoso recuerdo de aquella aventura submarina.
Ya han transcurrido muchos minutos bajo agua y Louise vuelve a verificar el gas, ya estamos llegando al limite permitido, 50 bares el mínimo de gas en la botella, está es una monobotella de aluminio de 11.1 litros; por lo cual iniciamos el ascenso a superficie, no sin antes detenernos para efectuar una parada de seguridad, una deco stop, objeto liberar cualquier burbuja indeseada o microburbuja, lo cual es una excelente medida a utilizar en cualquier buceo sin descompresión. Lo cual ayuda a evitar cualquier problema de una EDI o DCS.
Aprovecho de tomar las últimas fotos de este buceo, con un mar azul de fondo que será imborrable en la memoria, la corriente es suave, ascendimos a superficie, todos juntos y cercanos, veo a mi hijo, está feliz, que bien. Nos subimos al bote de a uno, todo esto por una escalera que esta en su costado y una vez en superficie nos desequipamos y ordenamos nuestras cosas, hay que descansar y almorzar, para así estar listo para el último buceo del día, esto fue sin duda un día especial bajo el azul infinito del mar.
Escrito por Daniel Malfanti.